Transcurrido el viaje desde Pontevedra hasta Le´´on, ese8 de noviembre de 1977 martes, he tratado de pasar p´´agina, olvidando mis siete años en el colegio de la ONCEcon sus cosas positivas pero a lo ´´ultimo negativo, estuve meditando lo siguiente: “Armando, creo que el estudiar en un colegio donde los profesores no tienen ni idea de lo que es una persona ciega, ni tampoco conocer´´an el material que no es el adecuado, correr´´s el riesgo de estar en una clase como un objeto decorativo se tratara”.Pero, por otro lado me hice la siguente conjetura: “Armando, en segundo lugar, te sales del cascar´´on como si aprendieras a volar por ti mismo, te relacionar´´as con compañeros vidente, y tendr´´as una experiencia muy enriquecedora”. Con estas reflexiones, comparas las dos caras de la moneda que la vida poco a poco te va enseñando, tanto si est´´as en un colegio de ciegos, como si estudias en r´´egimen integrado con personas sin discapacidad: ¿y c´´omo no,por qu´´e no se puede experimentar y contarlo a los que te rodean? Cuando salimos de pontevedra,eran las 5 de la tarde y regresamos a Le´´on a eso de las 12 de la noche. ¨¨ibamos en el coche, mi hermano y un amigo suyo, que ambosestaban haciendo los servicios de Cruz Roja. El coche, -que si mi memoria no me falla-, era un For Fiesta, posiblemente de color blanco. Al llegar a Le´´on, estaba plenamente dormido, debido a las muchas horas de carretera, ya que, hab´´ia muchas curvas lo cual, era tedioso el viaje. Por aqu´´el entonces, mi hermano y yo viv´´iamos en el Pasaje de Ordoño Ii cerca del Bar la Viña H desde el año 1970. Cuando entramos en casa, no ten´´ia ganas de cenar ´´unicamente, tom´´e un caldo que hizo mi madre con hueso de jam´´on e ingredientes para el cocido, ya que, en el colegio donde estuve interno en Pontevedra, eraagua de calcet´´in. Al d´´ia siguiente despu´´es de un sueño profundo, a las nueve de la mañana, son´´o el despertador, para recibir al nuevo d´´ia, 9 de noviembre de 1977 mi´´ercoles: ese d´´ia marc´´o un antes y un despu´´es en lo que iba a ser mi nueva experiencia: ahora bien, Al dirigirme a la cocina para desayunar, mi madre me advirti´´o los primeros consejos como: Vamos a hablar, Armando: Vas a venir conmigo donde yo trabajo, para que tu padre, te lleve al Colegio de los Padres Agustinos, para ver si te admiten: pero, piensa una cosa que te voy a advertir muyh seriamente: ¿c´´omo te vas a integrar? Sabes que no hay libros transcritos al Braille para las asignaturas que se imparten en ese colegio, as´´i que, un d´´ia de estos, tendr´´a que ir la profesora de la ONCe , tu padre y t´´u, para que seas admitido”. La profesora de la ONCE , de la que estoy hablando, era Aurora Rod vez m´´as a los colegios de ciegos. Hasta la pr´´oxima que hablar´´e un poco m´´as de mi experiencia en la eseñanza integrada. r´´iguez Carro, que hizo lo indecible para quedarme a estudiar en Le´´on, y no ir ni una
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